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FELLINI OCHO Y MEDIO

 

 

 

 

 

 

 

En 1963, después de dirigir siete películas y media y ser un cineasta imprescindible, Federico Fellini sufrió un bloqueo creativo. De ahí nació Fellini 8 y ½. Esta explicación, que Fellini defendía o desmentía según el caso, confirma el indudable sabor autobiográfico de una cinta que cuenta la crisis vital de un director de 50 años incapaz de levantar su nueva película y sometido a un torbellino sentimental que protagonizan las mujeres de su vida: su mujer, su amante, su musa, una prostituta a la que conoció siendo niño y su difunta madre. La mayoría de las listas incluyen esta película entre los mejores títulos de la Historia del Cine... Fellini 8 y ½ es una película tan críptica y compleja como hipnótica. Lo primero que subyuga es la estética de sus imágenes. Rodada en un insultantemente bello y rotundo blanco y negro (del que Fellini fue siempre ferviente defensor), 8 y ½ es una magistral lección de cine: todo el tratamiento visual trabaja a favor de la historia, todo desemboca en el juego fantasía-realidad que tiene lugar en la cabeza del cineasta, y ese todo va desde los encuadres a la fotografía, al baile de planos y de luz, a la mezcla musical de los temas de Nino Rota con la ópera de Wagner, una mezcla magnífica que está en el origen de la idea de convertir 8 y ½ en un musical-, y a la extravagante puesta en escena que recorre los imposibles escenarios de la mente del director (desde las curiosas termas habitadas por insólitos personajes hasta el extraño andamiaje donde se va a rodar la película). Sin embargo, esta poderosa arquitectura visual no sepulta el verdadero valor del film, que es un interesante -y contradictorio, como Fellini– tratado sobre el cine y, en concreto, sobre el papel del director. En este sentido, hay estupendos diálogos que, como el resto de la cinta, son dignos de estudiarse en cualquier escuela de cine. Hay también una reflexión sobre la búsqueda de la autenticidad del hombre, una constante en el cine de Fellini, que llegó a confesar en una entrevista publicada en 1965 en Cahiers du Cinema que, siempre estaba rodando la misma película, «la de unos personajes en busca de sí mismos, de una más auténtica fuente de vida, de un ir más allá de los convencionalismos en busca de algo puramente individual». Esta búsqueda es evidente en la figura de Guido Anselmi, magníficamente interpretado por Marcello Mastroianni, un personaje de éxito angustiado por su pasado que le pide echar cuentas, bloqueando su futuro.

 

 


Esta reflexión y búsqueda se dan en medio del caos propio del cine de Fellini, un caos que abre un abanico de numerosas lecturas. Hay en 8 y ½ una determinante presencia de tradición de la Italia católica mezclada con un ácido anticlericalismo, una desbordante sensualidad teñida de desencanto (Andrew Sarris da en la diana cuando sostiene en sus Entrevistas con direc­tores de cine que Fellini fue un riguroso realizador satírico de orientación sensual de hombre moderno), una lúcida radiografía de la limitación de un ser humano. La suma de tantos y tan valiosos elementos configura una película que, efectivamente, por méritos propios está entre las grandes de la Historia del Cine..E
s su octavo largometraje. El guión, de Ennio Flaiano, Tullio Pinelli, Fellini y Brunello Rondi, desarrolla un argumento de Fellini y Ennio Flaiano. Se rueda en exteriores de Roma (Fiumicino, Ostia, Viterbo, EUR.. y en Cinecittà (Roma). Nominada a 5 Oscar, gana 2 (película no inglesa y vestuario) y 7 Nastro d'Argento. Producido por Angelo Rizzoli...

Su estreno fue el 14-II-1963.

 

 

 

La acción tiene lugar en Roma, en 1962, a lo largo de dos semanas. El realizador y actor Guido Anselmi, de 43 años, retrasa 15 días el inicio del rodaje de una nueva película, a causa del estado de confusión en el que se encuentra tras el éxito de su última obra. Para recuperar la inspiración perdida se instala en un balneario romano. El film inicia la segunda etapa de la filmografía de Fellini, caracterizada por su complejidad y barroquismo. Durante su retiro en el Grand Hotel Fontana se mezclan en su mente imágenes del pasado, del presente y de un futuro brumoso. Le rodean el guionista, el productor, el equipo de producción, las mujeres a las que ha amado, amigos, conocidos, huéspedes del hotel, usuarios del balneario, etc. Se sumerge en sus recuerdos, sueños y alucinaciones, y pasa revista a sus inseguridades, emociones, deseos y ambiciones. Mezcla realidad y fantasía, delirios y recuerdos, experiencias y sueños. El protagonista, paralizado por la angustia que siente antes de iniciar la nueva obra, reflexiona sobre lo que es el cine; el proceso de creación artística; el papel de la imaginación y la fantasía en la vida del creador; la angustia como motivo de análisis artístico; el sentido de la vida y la muerte; el hecho religioso, etc. Para acceder al mundo mágico dispone de la palabra clave: "asa nisi masa", que contiene el alter ego", de Fellini, muy aficionado a este recurso. De acuerdo con sus constantes personales, el realizador establece una tipología de las mujeres que pueblan el relato. Carla (Milo) es la amante maternal, Luisa (Aimée) la esposa independiente y frustrada, Claudia (Cardinale) la mujer ideal, Saraghina (Gale) la mujer grotesca. Un número elevado de religiosos y religiosas, con hábitos de los primeros 60, ocupan las escenas. Incluye referencias a (Proust, Joyce, Pirandello) y cinéfilas sobre Bergman. Salpicando el film con toques de humor.

 

Nino Rota, aporta una excelente partitura, el más conocido..."La passarella di addio"..., cuyo fondo viene dado por la marcha circense "Entrada de los gladiadores", de Julius Fucik. Añade fragmentos de Wagner ("La cabalgata de las walquirias"). La fotografía, de Gianni di Venanzo, resalta las imágenes con emotivos claroscuros y una magistral combinación de colores (blancos, negros y grises). Crea imágenes que remiten al mundo de lo fantástico como la pesadilla en el coche....Magnífico film. Resulta muy difícil destacar aspectos técnicos de una película tan compleja e intencionadamente caótica. 8 ½ es la película preferida de Fellini y la que todo cineasta desearía realizar. Es la catarsis de su autor, su limpieza de conciencia, la forma de reventar su crisis personal. Es mucho más que una película. Es la forma con la que regaló su personalidad al público. “No tengo recuerdos espectaculares. Además, los vacié todos en mis películas. Los anulé cediéndolos al público. Ahora ya no distingo entre lo que pasó realmente y lo que he inventado”. Capaz de reírse de sí mismo, de criticarse y de auto compadecerse a la vez, de una forma tan inteligente y personal que no sabes si de nuevo te está tomando el pelo. “ Me gustaba ser compadecido, mostrarme indescifrable, misterioso. Me gustaba ser malinterpretado, sentirme víctima, impenetrable”...Genial, armónica, pura, elegante, compleja, divertida, surrealista, genial, genial, Fellini...en estado puro, nada más y nada menos. Ésto es "Fellini, ocho y medio", una obra abrumadora y desbordante se mire como se mire. Un ritmo trepidante con pausas para el recuerdo..El recuerdo, precisamente una de las claves de esta obra maestra. Las imágenes de la infancia, las palabras mágicas "Asa, Nisi, Masa", y, sobre todo, "el recuerdo de las personas a las que no supe amar", sólo me queda: El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra....

 

 

 

 

Me podría extender, pero mejor darle la palabra al personaje de Carini (Jean Rougeul), el intelectual, que pese a ser pedante, da en el clavo. Aunque para ser justos "Ocho 1/2" no es mero sinsentido, sino que muestra una doble crisis de un director de cine, la profesional y la existencial. Lo que pasa es que el tema está tocado con tanta maestría que, vuelto a repetir que estamos ante una obra de culto.... "El siguiente", exclama mirando a un grupo de gente que se agolpa ante la puerta de la consulta. Unos sentados, otros de pie, algunos desnudos y otros vestidos. Se levanta un hombre joven con una gorra .... "Usted no, usted tiene lumbago".... El médico le da un empujón y lo lanza contra el suelo, reaccionando el agredido con un quejido ahogado. Se levanta una anciana y sin mirar al médico entra en la consulta y se sienta tras la mesa, en la silla que antes ocupaba el médico. Éste se sienta en la silla al otro lado de la mesa y concentrándose en el cuadro que hay en la pared detrás de la anciana, dice: "Bien", y el médico se levanta y sale por la puerta, mientras la anciana se concentra en forzar uno de los cajones de la mesa. Se escucha ceder el mecanismo metálico y la madera avanzar. Lo siguiente que ve la mujer que se asoma desde la sala de espera y hay una señora agarrando un conejo negro de las orejas y elevándolo por encima de su cabeza. Lo voltea y lo arroja hacia la ventana. Suena ruido de cristales y un grito lejano, en la calle. Ha golpeado la cabeza de un hombre en pijama. Se cae y se levanta indignado. El conejo se excusa pero parece tarde. Se hace de noche prematuramente y un operario arregla el mecanismo del cajón. El médico se cae al fin al ser incapaz de rebasar un bordillo y tras el golpe en la cabeza cree que no puede mas...(Contar de este modo una escena de puro neorrealismo, puede parece pueril, pero visto en pantalla, sabemos que es una obra del genial Fellini. Lo que más sorprende de su cine es que puede tratar las cosas más trascendentes con aire bello, poético y divertido al mismo tiempo. Eso es impresionante. Los sueños, los deseos, el atrancamiento creativo de un director de cine ante su próximo se nos muestran a través de imágenes oníricas del mejor Fellini, con ese aire mediterráneo, tan grotesco y a la vez entrañable de los personajes, la interpretación de Mastroiani es la mejor de toda su carrera y el desfile final de todos los personajes unido a la música de Nino Rota hacen que uno sienta deseos de saltar y vivir la alegría creativa de todas esas personas. Y lo más impresionante es que pese a su aparente levedad, y parecer un conjunto de situaciones surrealistas esta película habla de la presión del matrimonio, del sexo, la infidelidad, del genio creativo y sus estancamientos y del cine. Una obra maestra. Un consejo: que nadie la tome como cine de autor o película de museo: esta película es tan bella, tan divertida, tan original y tan poética que la puede ver cualquier buen aficionado.

 

 

 

Hay varias películas que un cinéfilo no puede ignorar. Ocho y medio es una de esas, archiconocida y alabada entre amantes del séptimo arte e intelectuales. Se trata de una película para la que un espectador de hoy en día no se encuentra preparado y las reacciones pueden ser bastante dispares. Ocho y medio es una película fantástica... en la que los oníricos delirios del director aparecen pisoteando la realidad y mezclándose con la memoria. No se trata de una película fácil, especialmente si el espectador se obsesiona por comprender de forma lógica el guión en su cabeza; ésto es lo peor que se puede hacer. Ocho y medio es bella, y ésta es su principal virtud. Fellini muestra su faceta más esteta en cada plano para regalarnos escenas prodigiosas de las que no se olvidan y que el cine ha trillado y reinventado durante años. La película se construye en torno a la relación de su protagonista, con las mujeres. No entraré en la estúpida discusión de si se trata de una película machista... más machismo encontraremos en los films de Almodóvar. Hay que ver Ocho y medio...sin presiones, sin prisas...uno no debe seguir si no le gusta lo que esta viendo o se aburre y mucho menos ha de agobiarse por sentirse intelectualmente inferior. Es necesaria y perfecta, pero puede requerir más de un intento. Lo merece. El film es algo espectacular, la fotografía, las luces y sombras, los travellings, cualquier movimiento de cámara, el montaje... absolutamente magistral, algo fuera de lo común. Os insto a que veáis detenidamente uno o dos minutos, es excelente. Creo que es el mejor minuto de todas las películas que he visto y veré en mi vida. Tiene partes y ocurrencias orgásmicas....""Cosa de genios""...asi de simple.

 

 

 

El temor a la página en blanco o el miedo al fracaso son dos de las formas en las que una crisis creativa se le puede presentar al mas brillante de los artistas, creador prestigioso que, ante las expectativas que desata entre crítica y público su todavía embrionaria nueva obra, corre el serio peligro de bloquearse y no salir del atolladero en que se encuentra sumido. Eso fue lo que a Federico Fellini debió sucederle a la hora de afrontar la película que seguiría en La dolce vita. Tras siete largometrajes y un mediometraje englobado en forma de episodio en la película de dirección colectiva Boccaccio '70, el nuevo filme de Fellini sumaba 8 y medio en su producción, número de orden por el que optó el cineasta italiano para titular a su nueva criatura. La elocuencia no sólo se quedó en el título, también impregnaba todo su planteamiento, un argumento, autobiográfico, metalingüístico y surrealista a partes iguales, que se refería al hecho creativo y a los vaivenes y presiones que él, Federico Fellini, debía afrontar ante un nuevo reto artístico. Los galardones (2 Oscars a la mejor película de habla no inglesa por La strada y Las noches de Cabiria; Palma de oro en Cannes por La Dolce Vita) no pesaron lo suficiente en su atrevimiento, y Fellini, lejos de amedrentarse, ideó una de las películas más libres y originales de la Historia del Cine. Situando de nuevo a Marcello Mastroianni como su alter ego, el de Rímini pasaba cuentas a productores, actores, críticos y espectadores, y se saca una obra maestra, auto referencial y desacomplejada, que aun hoy continúa influyendo con viveza en los autores más respetados del momento. Resulta realmente una delicia, ver a Claudia y Anouk, de buena manera, de manera elegante, refinada, pulcra, bien tratada; bajo la mirada de Fellini y canalizando en Mastroiani, su buen gusto por este par de féminas...Musas inolvidables: la sonrisa de Claudia Cardinale, con ese vestido blanco. Y toda la belleza erótica, escondida tras los anteojos de Anouk Aimée. Marcello vuela en este sueño surrealista en el rol de un Indiana Jones europeo. Que bien les sientan las canas. La película de Fellini es una obra de arte con dos bellas que invitan al retiro espiritual...gracias a la magia del cine.

 

 

 

 

Un director que se encuentra en plena crisis y esta tratando de sacar adelante una película que es la propia película que nosotros vemos...De hecho en los diálogos Fellini parodia a la crítica negativa adelantándose a sus argumentos. Pero Guido está confuso y lleno de dudas, su meta es contar cosas con su cine pero ni él mismo sabe que quiere contar, así se lo confiesa a su hermana en la primera visita que hacen al plató de la nave. Además Guido, como artista que es, goza de una gran imaginación y de unos sueños muy vividos, llegando a ser incapaz de distinguir en ciertos momentos realidad de ficción. El ejemplo mas vistoso se da cuando el director se traslada a un mundo imaginario en el que es poseedor de un harén del cual forman parte todas las mujeres de su vida. Y es que Guido Anselmi es un mujeriego, no puede atarse a una sola persona porque no puede amar a nadie ¿O quizá es que ama demasiado? Pero Guido no solo se ve afectado por sus dudas y por sus viajes oníricos, sino que también es atacado por la nostalgia la cual provoca un par de visitas al pasado. Una de ellas sirve para explicar el origen de la peculiar frase "Asa Nisi Masa", y la otra es la historia de como Guido descubre a la mujer, lo cual es castigado con severidad por parte de sus educadores. Guido duda hasta el final del filme, teniendo incluso que ser arrastrado al plató de rodaje, allí, ante el acoso de los periodistas y los críticos, Guido destruye su proyecto, acabando así con su turbación y quedando liberado. Sin embargo, al rato vuelven sus inquietudes, comprobando entonces que la confusión no es un estado sino él mismo. Entendiendo esto el artista se acepta y por fin, queda en paz. Excelente fresco clawnesco entre caótico y autocomplaciente, a través de un excéntrico relato meta-cinematográfico y sin líneas de separación entre lo imaginario y lo real. Ahora bien, más que cine dentro del cine es cine acerca de la interioridad anímica del propio Fellini, pues la película no es tanto una reflexión sobre el séptimo arte como una experiencia de un cineasta en conflicto con su imaginación.

 

De este modo, constituye un análisis del propio Fellini, explicado desde el punto de vista de su protagonista, quien representa una imagen especular del propio Fellini. Asimismo, y concebida como una crónica sobre la preparación de la película de Guido, acaba siendo la película completa, simple, bella y sincera del propio Fellini.. Siguiendo, pues, el hilo conductor, la película de Guido acaba siendo el propio filme de Fellini: un muy estimulante, evocativo y distorsionado autorretrato. En suma, con injerencias oníricas, variables líneas de realidad y un humor exquisito, es este un calenturiento y muy perspicaz ejercicio fílmico particularmente referido a la obsesiva y a veces neurótica personalidad de los artistas. Si algo tienen en común Bergman y Fellini, es que sus modos de concebir el cine contenían tantos rasgos autobiográficos, dejaban tantos jirones de ellos mismos, que prácticamente se puede decir que su cine es ellos, como ellos son su cine. Sus películas no son solamente trozos de celuloide que narran cualquier historia o que muestran escenas fortuitas, porque nada de lo que hay en ellas es ajeno a los pilares de la personalidad de los cineastas. Son puertas a sus almas, a sus recuerdos, a su subconsciente, a sus emociones. Tienen una maestría particular para comunicarse con las vísceras del espectador, de alma a alma, de corazón a corazón. Ellos nos abren sus puertas, nos confían su interior más íntimo, nos convierten en confidentes y cómplices. Confían en nuestra empatía y nos tratan con inteligencia y respeto. Porque esos directores amaban tanto el cine, que extendían su amor a todo lo que lo rodea, incluidos nosotros, los receptores. Amaban a su público y le hablan como los adultos que hablan a los niños como si fuesen mayores, implicándolos y animándolos a sentirse capaces. Sin subestimar nunca su potencial.

 

 

 

En esta creación extraordinariamente intimista, Fellini utiliza su rico lenguaje audiovisual que roza algo místico, algo metafísico, para reflexionar sobre la vida. Plantea el dilema del director que llega a un punto muerto, a un dique seco. De afamados éxitos pasados, de vida amorosa turbulenta, de niñez que regresa con sus sensaciones irrecuperables, todo lo que él ha sido y lo que ha hecho vuelve para recordarle su agridulce humanidad, su deambular lleno de sorpresas, aventura, tropiezos, vacíos y plenitudes. Se desnuda ante sí mismo con franqueza, nostalgia y esa dualidad entre la indulgencia y el remordimiento, entre la complacencia y el lamento ante lo que fracasa y no tiene remedio. Un consagrado Mastroianni aporta sus rasgos al propio Fellini, moviéndose entre lo actual y lo pasado, entre lo que le rodea y lo imaginado. Evoca episodios por la severidad de la religión, por la calidez de un humilde hogar bullicioso, por las travesuras y por la fascinación hacia la sensualidad que es inherente tanto a los mayores como a los pequeños como seres necesitados de contacto, de roce y de afecto tangible, y por la atracción de lo prohibido. Evoca a sus padres, de los que tanto se ha alejado, y de los que se halla tan cerca al mismo tiempo. Evoca a las mujeres que han ido pasando por su vida, retazos de explosivo erotismo encarnado en el eterno femenino flamante de carnalidad, de curvas vertiginosas, de piel insinuante, de rostros bellos y de cuerpos celestiales. Evoca la distancia que se ha interpuesto entre su mujer y él, porque él la quiere pero desea probar la fruta que se le ofrece, quiere degustarla toda, quiere abarcarlo todo. Se encuentra en un balneario para tratar de recobrar algo de paz y recuperar su inspiración perdida. Su equipo de productores, guionistas y demás personal contratado le acosa para que aporte ideas para su nueva película, se mueven a su alrededor como aves... le conciertan entrevistas con actrices y lo zarandean aquí y allá. Pero en su mente solamente se acumulan sus obsesiones personales, y le gustaría poder escapar de todo y evadirse, a ser posible en los brazos de alguna belleza generosamente corpórea.

 

 

 

Paseando por lo onírico y por el caos emergente de su yo, Guido-Fellini emprende, en el momento más bajo de su carrera, una búsqueda inacabable hacia el perdón, hacia la conformidad con su forma de ser intentando romper el muro que se interpone entre él y la mujer que verdaderamente ama, haciendo el esfuerzo de reconciliarse consigo mismo y con quienes le acompañan en el surrealista trayecto que es la vida. Llegando al momento más bajo de su carrera y tocando fondo existencialmente, comprende que nunca se ha sentido más vivo. Que nunca ha sentido tanto como ahora que la vida siempre reserva alguna oportunidad, y que se le ofrece vibrante de posibilidades.

 

En realidad, su creatividad no ha muerto, ahora cuando empieza a vivir.

 

 Cuando el director comprende que la vida es cine, y que el cine es vida.

 

 

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